Consejo (sobre)saliente: "Hoy en día si quieres sobrevivir hay que destacar. Quizás es muy simple, pero creo que lo más importante es la diferenciación. Y trabajo. Mucho trabajo"
Tiene ojos de niño (niño bueno). ¿Y qué queréis? Tiene 19 años y un hablar quebradizo como de siempre querer explicar más sin dejar nada en el tintero. Su acento gallego de Pontevedra, por toda la fortuna del mundo, aún lo conserva. Así que con eso y una Moleskine y su boli fetiche marca Stabilo de caucho color naranja ha venido hasta aquí: a Barcelona. A trabajar para la revista Vanity Teen que, desde los ingenuos 16 años, lleva editando desde su casa en Galicia. "El proyecto ha crecido y ahora estoy aquí para dedicarme a esto más en serio". ¿Pero qué es tomarse el diseño más en serio sino lo que lleva haciendo toda su vida?
Autodidacta puro y solo con la ESO acabada. No tiene estudios superiores en diseño ni en grafismo ni en nada relacionado. Pero Miguel Saburido, con 14 años, ya creó su primera revista. Bienvenú se llamaba. ¿Siempre has sido así de prematuro? "Siempre. En mi casa mi padre traía la revista Neo2 cuando yo era pequeño, que en aquel momento ya era una cosa muy rara, y yo flipaba literalmente con las imágenes, el grosor de las páginas, el color, el brillo, yo me daba cuenta de que aquello no era una revista normal", explica. Habla de las revistas como si fueran seres humanos. Lo suyo se llama vocación. Son muchas horas de trabajo en solitario. De dolor lumbar encima de una silla después de pasar horas frente a una pantalla del ordenador. De ordenadores normales, porque tampoco hace falta tener un Mac para diseñar. De horas y horas embobado ante la exquisitez (editorial) de revistas como Jotdown, Metal o Apartamento. De cómo le gusta el olor de las páginas y lo bien que saben algunas fotos. Es él, Miguel. El niño que con 8 años medía el grosor de los folios. Y que ahora se ha hecho mayor.
Cuando tenía 16 años, un amigo de un amigo, desde Barcelona, le cuenta que alguien se ha interesado en él para un nuevo proyecto. Podéis echar un ojo a su portfolio para entender en imágenes el flechazo de ese amigo con Miguel. Él no se lo piensa, aunque para entonces andaba metido en Bienvenú (su invento), decide dejarlo para dedicarse a Vanity Teen a distancia. Y se encarga de todo lo que supone arrancar de 0 con un proyecto editorial: crear logo, diseño e imagen corporativa. "Al principio le echaba muchas horas, pero no tantas, al final sí se me fue de las manos y cada vez le echaba más y más y más...". Hablando claro: cada vez le interesaba menos la tabla periódica de la Química de 4º de la ESO. Él se levantaba y se acostaba pensando en Barcelona y Vanity Teen.
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